Silencio
̶ Una fábula [1]
Ευδουσιν δ’ όρκων
κορυφαˆ τε καˆ φάραγγες
Πρώονες τε καˆ
χαράδραι
Los Pueblos Antiguos
duermen y conjuran por la Estigia y el ombligo[2]
y los barrancos y
las grietas.
(Alcman [60(10)646])
“Escúchame”, dijo el Demonio, mientras posaba su mano
sobre mi cabeza. “La región de la que hablo es una sombría región en Libia, al
lado de los límites del río Zaire, y no hay sosiego allí, ni silencio.
“Las aguas del río tienen azafranado y enfermizo el matiz;
y no fluyen hacia adelante-y-continuamente a la mar, sino que palpitan
por-siempre y para-siempre por debajo del rojo ojo del sol con una tumultuosa y
convulsiva moción. Por muchas millas sobre cada uno de los lados del limoso
lecho del río, hay un pálido desierto de gigantescos nenúfares. Suspiran los
unos a los otros en esta soledad, y estiran hacia los firmamentos sus largos y
espectrales cuellos, y saludan oscilantes sus perennes cabezas. Y hay allí un
difuso murmurio que surge de entre ellos como el precipitarse de aguas
subterráneas. Y suspiran unos a otros.
“Pero hay allí un límite a su reino ̶ el
límite del oscuro, horrible, impenetrable bosque. Allí, como las olas en torno
a las Hébridas[3], el hierbajo es agitado
continuamente. Pero no hay viento a lo largo-y-ancho del firmamento. Y los
altos árboles primitivos oscilan eternamente acá y acullá con un fragoroso y
potente sonido. Y desde sus altas cúspides, gota a gota, dejan caer sus por
siempre-perpetuos rocíos. Y desde las raíces extrañas flores venenosas yacen
retorciéndose en un desasosegado dormitar. Y en lo alto, con un chirriante y
estridente sonido, las grises nubes se precipitan al poniente para-siempre-y-por-siempre,
hasta rodar-haciéndose, una catarata sobre la ardiente pared del horizonte.
Pero allí no hay viento a lo largo-y-ancho del firmamento. Y por las orillas
del río Zaire no hay sosiego ni silencio.
“Era de noche, y la lluvia caía; y, cayendo, era lluvia,
pero, habiendo caído, era sangre. Y yo estaba de pie en los cenagales entre los
altos nenúfares, mientras la lluvia caía sobre mi cabeza ̶ y
los nenúfares suspiraban los unos a los otros en la solemnidad de su
desolación.
“Y, en su totalidad, en un instante, la luna surgió a
través de la tenue y espectral neblina, y era carmesí de color. Y los ojos míos
cayeron sobre una enorme roca gris que estaba erguida por[4]
la orilla del río, y estaba iluminada por la luz de la luna. Y la roca era gris,
y espectral, y alta, ̶ y la roca era gris. Sobre su frente había
caracteres grabados en la piedra[5];
y yo caminé a través de la ciénaga de nenúfares, hasta llegar cerca de la
orilla y poder leer los caracteres sobre la piedra. Pero no pude descifrarlos.
Y me volví hacia el interior de la ciénaga, cuando la luna brilló con un rojo
más intenso, y me torné y miré una-vez-más sobre la roca, y sobre los
caracteres, y en los caracteres había DESOLACIÓN.
“Y miré hacia arriba, y había erguido un hombre sobre la
cumbre de la roca; y me encubrí yo mismo entre los nenúfares para develar las
acciones de aquel hombre. Y el hombre era alto, y de majestuosa forma, envuelto
desde sus hombros hasta sus pies en la toga de la antigua Roma. Y la silueta de
su figura era indistinta ̶ pero eran sus rasgos los de una deidad; pues
el palio de la noche y la bruma, y la luna, y el rocío, habían dejado
descubiertas las facciones de su rostro. Y su frente estaba ennoblecida con
pensamientos, y sus ojos salvajes con preocupaciones; y, en las pocas arrugas
sobre su mejilla, leí las fábulas de la tristeza, y la fatiga, y el disgusto
con la raza-humana, y una nostalgia por la soledad.
“Y el hombre se sentó sobre la roca, y apoyó su cabeza
sobre su mano, y miró hacia afuera a la desolación. Miró hacia abajo a los profundos
arbustos agitados, y arriba al interior de los altos árboles primitivos y más
alto aún al chirriante firmamento y dentro de la luna carmesí. Y permanecí
cerca, dentro de mi refugio, entre los nenúfares, y observé las acciones del hombre. Y el
hombre tembló en la soledad; ̶ pero la noche menguaba, y él se sentó sobre
la roca.
Y el hombre apartó su atención del firmamento, y miró hacia
afuera sobre el triste río Zaire, y sobre las amarillas aguas espectrales, y
sobre las pálidas legiones de los nenúfares. Y el hombre escuchó los susurros
de los nenúfares, y los murmurios que venían de entre[6]
ellos. Y yo me mantuve encubierto y observando las acciones de aquel hombre. Y
el hombre tembló en la soledad; ̶ pero la noche menguaba y él se sentó sobre
la roca.
Entonces bajé hacia los meandros de la ciénaga y vadeé
alejándome entre la jungla de nenúfares y llamé los hipopótamos que moran entre
los pantanos en la parte más oculta de la ciénaga. Y los hipopótamos oyeron mi
llamado, y acudieron, con el Behemoth, hasta el pie de la roca, y bramaron
fuerte y aterradoramente bajo la luna. Y me aposté cerca, dentro de mi refugio
y observé las acciones del hombre. Y el hombre tembló en la soledad ̶
pero la noche menguaba y él se
sentó sobre la roca.
Entonces maldije los elementos con la maldición del tumulto;
y una horrorosa tempestad se congregó en el firmamento, donde, antes, no había
estado ningún viento. Y el firmamento devino lívido con la violencia de la
tempestad ̶ y la lluvia batió sobre la cabeza del
hombre ̶
y los torrentes del río se vinieron abajo ̶ y
el río fue atormentado hasta volverse espuma
̶ y los nenúfares chillaron sobre
sus lechos ̶ y la floresta se desmoronó ante el
viento ̶ y el trueno rodó ̶ y
el relámpago cayó ̶ y la roca se estremeció en su fundamento[7].
Y me mantuve encubierto y observé las acciones del hombre. Y el hombre tembló
en la soledad; ̶ pero la noche menguaba y él se sentó sobre
la roca.
Entonces creció en mí la furia y maldije, con la
maldición del silencio, al río, y a
los nenúfares, y al viento, y al bosque, y al firmamento, y al trueno, y a los
susurros de los nenúfares. Y todos ellos devinieron malditos, y fueron acallados. Y la luna cesó de
tambalearse arriba en su camino hacia el firmamento ̶ y
el trueno murió lentamente ̶ y el relámpago no destelló ̶ y
las nubes se suspendieron inmóviles
̶ y las aguas descendieron hasta
su nivel y así-permanecieron ̶ y los árboles cesaron de sacudirse ̶ y
los nenúfares no susurraron más ̶ y el murmurio no fue escuchado más tiempo
entre ellos, ni sombra alguna de sonido a-través-de-todo el vasto desierto
ilimitado. Y miré sobre los caracteres de la roca, y habían cambiado; y en los
caracteres había SILENCIO.
“Y los ojos míos cayeron sobre el semblante del hombre. Y
su semblante estaba pálido de terror. Y, apresuradamente, levantó la cabeza de
su mano, y se puso de pie sobre la roca y escuchó. Pero no había voz, ninguna,
en todo el vasto desierto ilimitado, y en los caracteres sobre la roca había
SILENCIO. Y el hombre se estremeció, y tornó su cara a la distancia, y huyó muy
lejos, de prisa, ya que no lo contemplé más.”
Bien, hay relatos sutiles en los volúmenes de los
Magos ̶
en los libros-encuadernados-en-hierro, los melancólicos volúmenes de los
Magos. Allí dentro, digo, hay gloriosas historias del Firmamento, y de la tierra, y del poderoso
mar ̶
y de los Genios que dominan sobre la mar, y la tierra, y el elevado firmamento.
Había muchas leyendas también en los rumores que eran dichos por las Sibilas; y
santas, santas cosas fueron escuchadas antaño de las sombrías hojas que
temblaban alrededor de Dodona ̶ pero, así como Alá vive, aquella fábula que
el Demonio me contó, cuando se sentó a mi lado en la sombra de la tumba,
¡sostengo que es la más maravillosa de todas! Y mientras el demonio hacía el
final de su historia, se dejó caer dentro de la cavidad de la tumba y rió. Y yo
no pude reír con el Demonio y me maldijo, porque no podía reír. Y el lince que
mora por siempre en la tumba, vino afuera desde allí, y se tumbó bajo los pies
del Demonio, y lo miró fijamente a la faz.
[1] [Primera vez publicada en el Baltimore Book, 1839. Este cuento también fue llamado: Siopé, Σιωπή la palabra griega para Silencio]
[2] Delfos, llamado por los
griegos: “el ombligo del mundo”. Este verso tiene una carga religiosa
escatológica profundamente griega.
[3] Las Hébridas
Exteriores o Hébridas Occidentales (en inglés, Outer
Hebrides; en gaélico, Eilean Siar) son un grupo de islas pertenecientes
a Escocia (Reino Unido).
Forman parte del gran grupo de las Hébridas y
están separadas de las tierras altas escocesas (Highlands)
por el estrecho de Minch y el Pequeño Estrecho de Minch.
Las principales islas forman un archipiélago,
que con sus islas más pequeñas circundantes se conocen líricamente
como isla Larga. Las islas mayores son Lewis
y Harris, North Uist, South Uist, Benbecula y Barra.
Es también uno de los concejos de Escocia.
[4] Mantengo por donde debería ser en por la simetría de los dos versos en
inglés.
[5] Piedra: Stone. Roca: Rock.
Mantendremos la diferencia siempre que Poe la mantenga.
[6] Traduzco la expresión
anglosajona literalmente, por la importancia del “entre” en los cuentos de Poe.
[7] Bello juego de palabras
intraducible: “the rock rocked”
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